Para empezar con esta confusión hay que remontarse por año 1634, fecha en la cual Felipe IV promulga el Real Decreto de diez de septiembre por el cual se crea la Coronelía de Guardas del Rey, una tercer parte con una dotación entre 2 mil quinientos y tres mil veteranos soldados, reenganchados y caballeros de noble cuna para poner fin a los contrincantes de la Corona que proseguirá al rey en el momento en que salga de campaña militar pero, en tiempos de paz, ejercitará como tercio operativo preparado e instruido para la guerra, sirviendo de escuela de oficiales sin abandonar en todo caso España. Nombrado coronel Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tovar, popular como Conde-Duque de Olivares, dicho tercio va a vestir con casaca abierta en sus laterales y mangas asimismo abiertas de color amarillo, adornada por el galoneado jaquelado en colorado y blanco. En el pecho y en la espalda, van a llevar las armas de la Corona y en las mangas, la Cruz de Borgoña roja. En 1640, la Coronelía de Guardas del Rey, por orden real, adquiere el nombre de Regimiento de Guardas del Rey. El color morado, palpable del mismo modo en numerosos clubs de la regional castellana, sigue dando personalidad a los clubs de estas tierras y siendo recurso habitual para muchas sociedades de nuevo tipo o también como segundo uniforme si el primero, y oficial, es distinto, habiendo logrado con el paso de los años ganarse un respeto que continuará en el ideario colectivo muchos más.
Establecido por los Reyes Católicos por primera vez para todo el territorio nacional en el lejano siglo XV, tanto la dinastía de los Austrias como la de los Borbones en sus primeros reinados bajo Felipe V, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV y Fernando VII adoptaron como fondo de sus respectivos estándares el colorado carmesí, permaneciendo este color de forma invariable hasta la proclamación de Isabel II como Reina de España en 1833. En la misma región, el judaísmo por mandamiento de la Torá, observa que los flecos y colgantes que se emplean en los mantones para el rezo que cubren la cabeza tienen que teñirse de púrpura azulado como remembranza de Dios, obteniéndose el tinte de un caracol propio de la región. De tierras palestinas, fruto de las relaciones comerciales, pasó a las tierras griegas y a las islas del Mar Egeo donde el púrpura prosiguió teniendo una consideración excepcional, contagiándose siglos después los romanos quienes lo reservaron en la temporada republicana para los mucho más cualificados generales a quienes se les dejaba llevar sus túnicas teñidas íntegramente de este color. Miembros del senado, pretores y cónsules solo podían lucir algunos detalles purpúreos en sus togas al tiempo que, ya en la temporada imperial, su empleo quedó restringido en exclusivo al emperador.
Las banderas del Real La capital de españa llevan los colores oficiales del mejor club del siglo XX como son el color blanco y azul, resaltará tu bandera sobre todas las demás. Salvado este primer intento de hacerla ocultar, el uso de la bandera rojigualda se generalizó en todo el territorio en lo que restaba de siglo XIX, disponiéndose en 1908 a través de Real Decreto que en los días de Fiesta Nacional, 12 de octubre, ondease en todos las edificaciones públicos. A partir de ese momento los colores rojigualdos traspasaron la frontera del gobierno y se extendieron a actos lúdicos como las corridas de toros, actos de deportes y fiestas populares donde se llenaban las calles y plazas con cientos de pequeñas banderitas que colgaban de los balcones y también iluminaciones. En 1927, de nuevo tras un Real Decreto, la rojigualda se impuso terminantemente en todos los frentes al suprimirse el pabellón civil de cinco fajas escogido por Carlos III para la marina mercante, ondeando desde ese momento en todo tipo de buques ahora fuesen militares, mercantes o de pesca. Durante la coronación de la nueva reina, el Estandarte Real fue modificado por los liberales del Gobierno, la mayoría de ellos masones, pasando del antiguo rojo carmesí al morado con la errada excusa de que este último color era el del Pendón de Castilla, logrando el movimiento masón con esta jugada llevar a cabo llegar su color identificativo hasta las mismas entrañas de la monarquía.
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Después, ya en 1230, el rey Fernando III de Castilla heredará el Reino de León, quedando los dos territorios unidos con el nombre de Corona de Castilla pero siendo respetados los derechos de los dos reinos. Para simbolizar la unificación de ámbas Coronas, Fernando III reunirá ámbas banderas en solo una mostrando una bandera cuartelada que, hoy día, muestra la Comunidad Autónoma de Castilla y León. En este sentido, limitándome a explorar el área geográfica que ocupan las presentes comunidades autónomas de Castilla y León, La capital de españa y Castilla-La Mancha dejando ajeno viejos territorios con pasado español como Cantabria y La Rioja, teniendo en cuenta sólo aquellos clubs que han militado en Categoría Nacional encuentro a Real Valladolid C.F., histórico club con muchos años en la élite profesional y plaza en Primera División, al C.D. Guadalajara con reciente presencia en Segunda División y a los habituales «terceras» La Bañeza F.C., C.D. Becerril, C.D. Cristo Atlético, de Palencia y C.D. Palencia Balompié, habiendo otros clubs en activo o desaparecidos que asimismo hacen o hicieron uso del morado como C.D. Cuenca, S.D.C. Coyanza, de Valencia de Don Juan, Castilla F.C.
Guardaré este artículo para no tener que reescribirlo en una próxima ocasión, por el hecho de que seguramente los gobiernos seguirán viendo para otro lado ante hechos de este tipo promovidos por instituciones mediáticas, populares e predominantes. Exactamente porque los órganos competentes de la Administración, debería llevar a cabo la tarea de profilaxis en el acertado empleo del símbolo que es de todos y del que todos deberíamos sentirnos orgullosos. Creo que debería ponerse una aceptable sanción al club blanco por esta falta grave. Pero como no se va a hacer que prosigan ondeando banderas con todo tipo de logotipos privados o no autorizados. En lo personal ya me fatiga tanto lo que se hace con la bandera de España que empiezo a mirarla con determinado cuidado.
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Si hay una ley que prohíbe la colocación de símbolo alguno sobre la bandera, ¿por qué no se persigue y se multa como es debido? ¿Tanto cuesta exigir al Real La capital española que no permita esas acciones? Aquí no se puede apelar a tradición alguna, pues la ley aprobada por las Cortes Generales en 1981 está sobre supuestas tradiciones. Nuevamente, la Plaza de la Cibeles, cercada de una cantidad enorme de apasionados, policías, televisiones, medios, y enfrente del Municipio de la ciudad más importante de España, con notoria aceptación habitual y la total permisividad oficial, el capitán del equipo de Chamartín, Iker Casillas, siguiendo la tradición de la historia de historia legendaria “Raúl”, puso en el cuello de la estatua simbólica la bandera de España con el escudo del Real La capital de españa. Suerte a los amantes del fútbol que ayer por la noche vivieron una nueva jornada festiva con la final del Copa del Rey, celebrada en Valencia, y que encumbró en la competición al Real La capital española al vencer al Barcelona. Especiales felicitaciones a los seguidores del club blanco que hasta altísimas horas de la madrugada festejaron el éxito en los distintos sitios de España por los que los madridistas se reparten en estas mini vacaciones o ambiente a la diosa Cibeles en el centro de La capital de españa.
Este cambio, aplicado en tiempos de Carlos II, el último de la Dinastía de los Austrias, va a ser el homenaje de este tercio a un obispo de la temporada de Fernando III de Castilla quien se encargó de reclutar a una gran parte de los soldados del rey, adoptándose el morado como color en lugar del púrpura, más correspondiente, conveniente y reglamentario que caracteriza al fajín y solideo que identifica a este elevado rango eclesiástico. El color púrpura, heredado de la tradición romana que concedía una toga de dicho color a los nuevos dignatarios, en heráldica medieval va a significar justicia, soberanía y majestad real. Ese mismo año de 1707, a la par que se adjudica el color morado a la bandera de la Real Guardia de Alabarderos, Felipe V decide cambiar el nombre del Tercio Morado Viejo con sede en Sevilla por el nuevo de Regimiento de Infantería de Castilla, produciéndose una nueva confusión como en este momento veremos afín a la sufrida por el Señor de los Cameros. Y es que el pueblo llano, extraño a las adecuadas denominaciones, argots y simbología mantenidas por la heráldica que se ocupa de estudiar el concepto de las imágenes y figuras de los escudos de armas y de la vexilología, que hace lo mismo pero con las banderas, se referirá a este antiquísimo tercio como el de los «Morados de Castilla», creándose por asociación en el imaginario colectivo el falso término de que el morado representa a Castilla en en el momento en que este color simplemente fue elegido arbitrariamente por este tercio en 1693 por otros motivos antes explicados.
El cambio de régimen político llegaba lleno de buenas pretenciones y expresiones para el pueblo plano que el tiempo daría o quitaría razón, quedando claro desde el comienzo que había necesidad de cambiar muchas cosas y una de ellas, aunque únicamente simbólica pero no exenta de relevancia, según las nuevas autoridades era imponer en la bandera nacional su color, el morado. El empleo del color morado como rasgo diferencial del La capital española F.C. Será una elección perfecta ya que, en dependencia de quién lo vea, lo vinculará a su ideología interpretando que representa al color de la masonería, al color de la monarquía, al idealizado morado del Pendón de Castilla, aun en tiempos de la Segunda República a entre las tres franjas que dan lugar a la bandera tricolor cubriendo con esto todos los espectros políticos imaginables. Como observamos, el Señor de los Cameros yerra al estimar el morado como color de Castilla en en el momento en que este fue siempre rojo carmesí, fallo impulsado quizás por su falta de instrucción, deficiente consejos o ciega confianza en las expresiones populares.
Llevó en su escudo una banda cruzada de izquierda a derecha y de arriba abajo morada que un día, por no se sabe qué causa oficial, tornó en azul de repente y de esta forma permanece actualmente. El color morado, icono del madridismo durante décadas, ha sido foco de varias interpretaciones todas y cada una ellas cargadas de distintas causas sin conseguir imponerse netamente una sobre otra; que si de origen masónico, que inspirado en el Pendón de Castilla, que si vinculado al Estandarte Real monárquico, que si establecido con el advenimiento de la Segunda República. Estuvo desde su origen hasta los últimos años del siglo XX relacionada en mayor o menor medida y, según diferentes épocas, al morado y a los colores púrpuras siendo estas tonalidades reemplazadas por el azul en un fulgurante desarrollo iniciado por Lorenzo Sanz y continuado por Florentino Pérez que jamás fue generoso en datos y explicaciones.
Aquella bandera con franjas horizontales del mismo ancho compuesta en su parte superior por el color colorado, el amarillo en el centro y el morado en el inferior, por la importancia que adquirió en aquella tan señalada fecha parecía ser la llamada a sustituir a la bicolor reconocida por Isabel II tras Real Decreto de 13 de octubre de 1843, una bandera de carácter nacional y no monárquico pues la monarquía empleaba sus propios símbolos, que tenía su origen en la bandera de guerra elegida por Carlos III a través de certamen aprobada con el Real Decreto de 28 de mayo de 1785. Hoy en día, tras pasados más de mil años de historia, no existe ni solo una prueba que testifique el color morado de la enseña castellana estando, al revés, el color rojo carmesí presente en multitud de escudos policromados viejos, en la heráldica de los sepulcros de personajes ilustres, retablos de iglesias, sellos monárquicos, códices y pendones históricos conservados en localidades pertenecientes a la vieja Castilla. «El alzamiento nacional contra la tiranía, victorioso desde el 14 de abril, ha enarbolado una enseña ungida por el sentir del pueblo con la doble representación de una esperanza de independencia y de su triunfo irrevocable. Durante mucho más de medio siglo la enseña tricolor ha designado la iniciativa de la emancipación de españa a través de la República.
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Debería la Administración ponerse ahora muy seriamente con el “despiporre” absoluto que hay en este país con el mal uso de las banderas, comenzando por ella misma. Con permisividades como estas solo me queda silenciar en el momento en que veo que el Presidente de la Generalitat concurre en un acto oficial en su sede con la bandera catalana solo. Transporta tu bandera siempre contigo, la esencia madridista, la herramienta que todos los fanes del Planeta utilizan para respaldar a sus equipos favoritos, estas banderas que ondulan en el Bernabéu en todos y cada partido para mostrar el apoyo a los jugadores.
Colección: Banderas Y Banderines
Remera réplica oficial de la primera equipación de la selección española en la Euro 2020. El Pendón de Castilla, insignia militar que consistía en una bandera más extendida que ancha y en general roma o con dos puntas en la pendiente, se convertirá en uno de los símbolos más recurrentes del antiguo Reino de Castilla, siendo citado más tarde por eruditos, novelistas y poetas quienes evocarán tiempos pasados de gloria. Los clientes que adquirieron este producto también han comprado…
Según Emilio Castelar, cuarto y último presidente de la Primera República tras los gobiernos de Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall y Nicolás Salmerón, la bandera con la faja morada conocida como «republicana» había nacido de manera arbitraria en la Universidad de Barcelona al fusionar los colores de tres facultades pero la carencia de popularidad y consenso de la tricolor entre los propios republicanos de todo el estado, con una elevada presencia de masones contrarios a la monarquía, les impidió implementarla como novedosa bandera nacional socavando la voluntad de muchas voces sectarias que la defendían a ultranza. Sabidos los colores sólo faltaba escoger su disposición, decantándose Carlos III por la rojigualda con dos fajas rojas y una en el medio amarilla para la insignia de la Armada y su gallardete que casi de inmediato, ante el miedo de que en alta mar el colorado se adueñase del amarillo, fue modificada quedando la faja amarilla el doble que las rojas al tiempo que, para la flota mercante, era reservada la misma pero sobre fondo amarillo quedando en cinco fajas rojigualdas. La bandera de guerra, ondeante en buques, puertos y guarniciones militares, destacaba sobre el azul del mar y del cielo por su gran visibilidad por lo que, poco a poco, logró una gran popularidad entre marinos, marineros y personas vinculadas a los oficios del mar, pasando a todo el territorio durante la Guerra de la Independencia frente a Francia en el momento en que fue enarbolada por el pueblo. Establecido el fútbol dentro de todo el territorio español en medio de una vigencia del color morado, este deporte no se vio ajeno a su uso siendo pionero en este sentido el La capital de españa F.C. La estela sembrada por los madridistas fue seguida por otras sociedades a posteriori, cada cual con su personalidad, aplicándose al escudo y al traje distintas variaciones empleando rayas combinadas con otros colores o siendo simplemente monocromas donde el morado tenía el papel de protagonista en exclusivo. En vexilología su progresión en España fue a la par que la heráldica, infrautilizada, introduciéndose increíblemente en la Casa Real en tiempos de Isabel II gracias a la actuación de los partidos vinculados a la masonería de gran predominación británica.